Hoy es un día de plena alegría para todas las mujeres y los hombres que participamos en el movimiento solidario con el Sáhara Occidental, para todas las organizaciones de amistad y apoyo y todos los que hemos mantenido la esperanza, en un mundo mejor entre tantas y tantas señales de desespero. Nuestra ilusión, mantenida con fuerza a lo largo de muchos meses de cautiverio, se ha visto recompensada y nuestras compañeras y compañero Ainhoa Fernández, Enric Gonyalons y Rosella Urru han podido volver a respirar la libertad y a vivir el reencuentro con sus familias y amigos. Su esfuerzo solidario y la energía que han sabido transmitirnos en su desgracia han posibilitado que reforcemos nuestra convicción en la necesidad de que las tareas en las que ellos y otros más estábamos empeñados y que seguimos desarrollando sin descanso, día a día.
Una satisfacción compartida por todo el pueblo saharaui que, en los campamentos de población refugiada, en las tierras del Sáhara Occidental ocupado por Marruecos, o en cualquier rincón del mundo siente que, al menos por un instante, la historia les ha hecho justicia, consiguiendo la liberación de quienes no se esforzaban sino en ayudarlos y favorecer su propia liberación. Y que los hace vivir estos momentos como una gran fiesta.
Desde CEAS-Sáhara querríamos transmitir un saludo emocionado a sus familias, con las que hemos compartido la inquietud de la espera, reconociendo públicamente en ellas, símbolo del constante apoyo sin el que nuestra voluntad y nuestro esfuerzo solidario acabarían por resentirse. Y agradecer la gestión y los esfuerzos de cuantos han podido contribuir a facilitar este ansiado regreso. Queremos también aprovechar la oportunidad para mostrar nuestra solidaridad con las familias y allegados de Blanca Thiebaut y Montserrat Serra, cooperantes que permanecen secuestradas en el cuerno de África y cuya liberación exigimos con la misma preocupación y firmeza.
Del mismo modo, esta liberación no puede hacernos olvidar que su secuestro y cautiverio es el resultado no deseado de una violencia aún mayor: la que en su día se perpetró contra todo el pueblo saharaui, hace treinta y siete años, y que ha supuesto su fragmentación social y la ruptura de sus familias por tan largo período. Una situación de abandono mantenida hasta hoy, por la apatía y la desmemoria de la comunidad internacional. Y que nos hace seguir reclamando, más si cabe, sus derechos y que se mantengan las ayudas de cooperación necesarias para asegurar su supervivencia y su salud. Nuestra crisis no puede hacernos olvidar las dificultades y el dolor de este pueblo al que la historia ha acercado a nosotros hasta hermanarlo.
Que esta liberación sea el primer paso y el símbolo de la libertad que, más pronto que tarde, le espera a un pueblo que hoy, secas sus lágrimas, sonríe y confía en un futuro en el que la fortuna les permita poder mostrar hacia los demás el apoyo y la solidaridad que se les ha prestado.
Que el sufrimiento durante tantos meses de Ainhoa, Enric y Rosella, y de tantos años del pueblo saharaui, no caiga en saco roto.
José Taboada Valdés
Presidente de CEAS-Sáhara